Operator Camp, por Dago

Por Matako | OM-02
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La previa al Operator Camp fue un desafío que enfrenté con cierta incertidumbre. Mi apretada agenda laboral en los meses previos no me permitió entrenar como hubiera deseado, lo que me preocupaba dada la exigencia física de la actividad. Además, estaba ansioso por la oportunidad de acampar con mi escuadra.

Antes de preparar todo lo necesario para el campamento, como la carpa, el colchón, la bolsa de dormir y otros equipos, la parte de preparación del equipo de airsoft fue más sencilla. Sabíamos que se trataba de una jornada de 24 horas con períodos de descanso, cenas calientes y desayunos que promovían la camaradería entre los operadores participantes.

Finalmente, partimos hacia Zárate, y después de un viaje de aproximadamente 6 a 7 horas lleno de anécdotas y refrigerios, llegamos al destino alrededor de las 23:30. Allí nos esperaban Jesús y su equipo, veteranos militares e integrantes de Contratistas. La buena energía de estos veteranos impregnaba la tienda de campaña que tenían armada. Aunque estábamos preparados para el frío, el clima se hizo sentir, especialmente en los pies.

La jornada comenzó temprano, y nos preparamos para la primera misión alrededor de las 15:30. Nuestra escuadra se unió al convoy de operadores hacia el cuartel general designado. La misión involucraba custodiar un perímetro y rastrear un producto que caería desde una aeronave en coordenadas específicas. Durante el raid hacia el objetivo y previa ocultación de drones que circulaban en el espacio aéreo, hicimos contacto con el Eno. La situación se volvió complicada, ya que los enemigos tenían ventaja desde terrenos elevados y estaban bien atrincherados. Además, comandos enemigos se infiltraron entre nuestras tropas, causando bajas furtivas. Destaco los problemas de comunicación entre los radioperadores de las distintas facciones y para con la comandancia. Alrededor de las 18:30, nos informaron que la misión había concluido y que debíamos regresar rápidamente al HQ.

Para la segunda misión, debíamos acompañar y proteger a un ingeniero, quien debía ser acompañado por lo menos por un operador vivo a diez puntos estratégicos del mapa y en cada uno mantener el linkeo por tres minutos con un satélite. Toda la misión se realizó en un tiempo limitado, lo que la hacía aún más desafiante debido a las distancias entre cada punto y el hecho de que comenzaba a oscurecer. Luego de 90 minutos y ya habiendo cumplimentado los dos primeros puntos de los diez, sufrí un incidente al hundir mi pie y parte de la mitad de mi pantorrilla derecha en una ciénaga, lo que me impidió continuar por mis propios medios. Al ser ayudado por mis compañeros de escuadra, hice un mal movimiento que afectó mi tobillo, causando dolor cuando pausamos la caminata y el mismo se enfrió. Avisados a las 20:00 del fin de la segunda misión, regresé con un vehículo de emergencia hacia el campamento, donde fui revisado por Jesús, quien identificó una hinchazón en el tobillo. Me recomendó descansar el tobillo, lo que me llevó a darme de baja de la visión nocturna.

Una vez reunido con la escuadra, nos cambiamos de ropa y compartimos una espectacular cena consistente en un guiso cocinado por un ex cocinero militar. La deliciosa cena fue acompañada de frescas gaseosas que tras la actividad intensa sabían a néctar de dioses. Lamentablemente, Sampa también salió lesionado de la caminata, por lo que tuvo que abandonar la misión nocturna. Alrededor de las 23:00, Guepa aprovechó para descansar unas horas, y Sampa y yo hicimos lo mismo. El capitán T4L1 tuvo una reunión con la comandancia y luego, alrededor de las 3:00, emprendieron la misión nocturna él y Guepa. Alrededor de las 7:00, escuchamos el regreso del Capitán. Guepa se había retrasado buscando un gorro que había extraviado. Luego se unió a nosotros y nos contaron lo emocionante que fue la misión nocturna, llena de acción y tiroteo.

Compartimos un desayuno con infusiones y pan, y luego asistimos a las competencias de asalto y sniper. Alrededor de las 11:00, nos informaron que no se llevaría a cabo la cuarta misión. Luego del cierre de la actividad con los sorteos y agradecimientos de rigor, desarmamos el campamento, recogimos nuestros petates y armamos una picada para disfrutar en el regreso a Río Cuarto. Volvimos cansados, pero con la hermosa sensación de haber compartido la pasión por el airsoft, momentos de camaradería y fraternidad con nuestros compañeros y personas que conocimos en el evento. A pesar de los obstáculos, disfrutamos de esta apasionante aventura con los Omegas.